Amanece despacio, como si las horas, como si el día, no quisieran llegar. Salgo a la calle y las gotas de lluvia acarician mi piel como anoche lo hacían tus manos. Mi cuerpo huele a ti y mi corazón llora. Cada noche a tu lado es una noche en el paraíso, del que soy expulsada cada amanecer. Vivo a las puertas de un mundo tan soñado y deseado como desconocido. Solo tú y yo lo creamos, solo tú y yo lo conocemos. Solo tú lo destruyes. Cada mañana soy una nueva cenicienta sin zapatito y sin príncipe. Sin pasado y sin futuro. Sin pasado porque te pertenece a ti y sin futuro porque no estarás. Un día, dos, tres… Seis días más debo aguardar a que mi cuerpo sea tuyo y tus horas mías. ¿Y mi alma? ¿A cual de los dos le pertenece? He saboreado la tierra prometida, más nunca, nunca, entraré en ella porque solo tú tienes la llave.
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